A continuacion el articulo textualmente :
¿Cómo materializar el amor por alguien?
Los padres materializan el amor cuando se esfuerzan para darles a los hijos la mejor educación;
Los novios materializan el amor entre sí cuando asumen la responsabilidad mutua, a través del compromiso serio del casamiento;
Las parejas materializan el amor entre sí cuando se sacrifican uno por el otro, diariamente.
Dios es Espíritu.
La criatura humana es materia.
¿Cómo puede existir una comunicación entre la materia y el Espíritu?
Por medio de la fe sobrenatural.
¿Cómo materializar la fe en Dios?
¿Cómo relacionarse con Él de forma práctica?
Siguiendo Sus pensamientos, practicando Su justicia (Leyes y Mandamientos), sujetándose a Su disciplina, en fin, obedeciendo Su Palabra.
Toda la Sagrada Escritura se resume en la obediencia;
La fe sobrenatural se resume en la obediencia.
Los profetas Zacarías y Malaquías vivieron en épocas diferentes. Pero fueron unánimes en el mensaje:
“Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de Mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a Mí, y Yo Me volveré a vosotros, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos.” Malaquías 3:7 - Zacarías 1:3
En la práctica, ¿cómo podemos volver a Ti? – pensaron los hijos de Jacob.
Entonces el Señor les respondió.
“¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros Me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué Te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.” Malaquías 3:8
Los que en seguida razonan, han de concordar que la vuelta a la comunión con Dios comienza en la obediencia de esa profecía.
En otras palabras, Dios no condiciona la vuelta de Su pueblo a la práctica de oraciones, ayunos, guarda de los sábados, frecuencia en la iglesia, vida religiosa, caridad, nada…
Quien quiera andar o materializar su fe en Él, tiene que comenzar devolviendo los diezmos y las ofrendas.
Quien cree, obedece. Quien no cree, se indigna.
Observe en el texto que Él llama ladrón a los que no devuelven los diezmos y ofrendas.
A causa de eso, los incrédulos, rebeldes o desobedientes son, naturalmente, maldecidos.
“Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, Me habéis robado.” Malaquías 3:9
¡No por Dios!
Sino por la propia condición de ladrón.
Pues, ¿cuál es el ladrón que será considerado justo en el Día del Juicio?
Y lo peor no es la maldición que cargan en sí, sino la herencia que dejan para sus descendientes.
Repito: quien cree, obedece; quien no cree, padece.
Manda quien puede y obedece quien tiene juicio.
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